«

»

El arte de no sentirse ofendido

Se trata de un antiguo y cuidado secreto de la felicidad que los Grandes Seres cultivaron por siglos. Es muy poco conversado pero todo el tiempo lo están usando, ya que es bueno para la salud mental. Se trata de “El arte de no sentirse ofendido” y como cualquier arte este debe ser practicado.

arte

Para empezar a cultivar este arte debes ser capaz de ver que todas las declaraciones, la acción y reacción de otro ser humano es el resultado de la suma de su experiencia de vida total hasta la fecha. Esto quiere decir que la mayoría de personas en el mundo “dicen y hacen” lo que hacen de su propio conjunto de miedos, conclusiones, defensas y los mismos intentos por sobrevivir. Por eso, cuando la mayor parte de ella apunta hacia nosotros, en realidad no tiene nada que ver con nosotros. Por lo general tiene que ver más con las otras veces y en particular las primeras veces que esta personas ha experimentado una situación similar, más cuando eran jóvenes.

Su nombre es psicodinámica. Una persona que desea vivir con éxito en el mundo como una persona espiritual, tiene que entender que la psicología es tan espiritual como la oración. La palabra psicología significa literalmente “el estudio del alma”.

Todo esto es aplicable con los seres queridos cercanos, socios, hijos y amigos. Todos estamos nadando en las proyecciones y filtros de las experiencias de otros en la vida y muy a menudo nos volvemos sustitutos de alguien y cada vez que alguien nos ofende, somos un malentendido en las piezas de ajedrez de esa persona.

El “ofendido” es quien relaciona lo dicho por otra persona con aspectos de su vida, hasta encontrar una suficientemente hiriente para justificar una ofensa.

Las manchas de Rorschach, son ejemplo de esto, estas imágenes contienen formas abstractas donde el ofendido le da el significado que quiere de acuerdo a las cosas que tiene en la cabeza. Como un paranoico buscando relaciones a su miedo en cualquier parte llegando al punto que hasta se siente vigilado.

Por ello es fácil ver que el ofendido requiere de un trabajo consciente para atribuirle a un comentario una carga negativa.

Claro está que existen ofensas directamente explícitas, pero sigue siendo tarea del ofendido darle significado a una forma absurda de alimentar el ego ajeno con victorias vanas.