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50 años después: Continúa la búsqueda de los fugitivos de Alcatraz

Casi medio siglo después de la fuga de Alcatraz, el Servicio de Alguaciles de Estados Unidos (US Marshalls), anunció que la búsqueda de los 3 prófugos continúa hasta dar con sus paraderos.

Fugitivos de Alcatraz

De izquierda a derecha, Clarence Anglin, John Anglin y Frank Lee Morris

Alcatraz fue la cárcel federal de máxima seguridad y estaba situada en la bahía de San Francisco, California, fue clausurada hace años, luego de ser el escenario de una de las fugas más espectaculares de la historia.

Cuatro parientes de dos de los presos fugados ese 12 de junio de 1962, explicaron que los lazos familiares son más fuertes que los muros de la conocida como “La Roca“.

Los hermanos fugados de Alcatraz

Fueron Clarence y John Anglin, quienes con el otro convicto Frank Morris protagonizaron la fuga cavando agujeros en las paredes con cucharas y saltando al mar en una balsa construida con impermeables. Aunque no se les volvió a ver, la teoría más aceptada es que pudieron morir ahogados.

Todavía son buscados y la familia Anglin cree que escaparon.

Uno de los sobrinos de los fugitivos, David Widner de 45 años, explicó que cree que sus tíos se encuentran en algún país de Sudamerica. Los viejos atracadores de bancos John y Clarence, tendría hoy 82 y 81 años, mientras el tercer convicto 85.

Pistas sobre el paradero

La primera pista que la familia tiene es una llamada de teléfono a una mujer de San Francisco, poco después de la fuga.

Luego una tarjeta de Navidad que recibió la familia en el invierno de 1962. “A la Madre de John. Feliz Navidad”.

Científicos holandeses creen que si los fugitivos tomaron la opción correcta, pudieron haber sobrevivido.

Un plan de fuga perfecto

Cabezas de los fugitivos

Estas fueron las cabezas que los fugitivos dejaron en sus celdas al fugarse de Alcatraz.

Frank Lee Morris y los hermanos Clarence y John Anglin, fueron condenados a más de 10 años de cárcel por el robo de 15 mil dólares. Cavaron un túnel durante meses desde sus celdas usando solo cucharas y aprovechando que el hormigón del respiradero estaba dañado por la humedad.

Un acordeón que sonaba todas las noches en la clase de música amortiguó el ruido de la excavación. Ese 11 de junio de 1962, dejaron en sus literas unas cabezas falsas que fabricaron con jabón, hojas de revistas y pelo que sacaron de la barbería.

Habiendo escapado por la rejilla de ventilación, construyeron una balsa con gabardinas y entraron en la bahía de San Francisco.