Los moáis son uno de los misterios más apasionantes por descubrir. La isla de Pascua en Chile, está rodeada de enigmáticos emblemas y sistemas que adecuaron sus habitantes para convivir.
Felipe González Ahedo llegó en 1770 a la isla, el cartógrafo y oficial de la Armada dictaminó que las tierras pertenecían a la Corona española he hizo que sus habitantes firmaran un tratado. Los nativos llamados rapanuis, ratificaron aquel documento con misteriosos pictogramas que evidencian un sistema de comunicación y de escritura con origen en Oceanía, de donde provenían los pascuenses.
Llegó el siglo XVIII y el francés Eugéne Eyraud se asentó en Pascua, siendo el primer occidental en habitar el lugar. El nuevo habitante del lugar dio a conocer las misteriosas kohau rongo-rongo, 21 tablillas realizadas supuestamente con dientes de tiburón que contenían los primeros textos de la región.
Los de la isla desarrollaron pictogramas con formas antropomorfas y objetos del universo que se leían en bustrófedon inverso, leyendo una línea hacia a un lado y la siguiente al lado contrario, podían girar la tablilla y seguir leyéndola.
Estas tablillas salieron a la luz sin conocerse su contexto arqueológico original, dificultando la datación porque el carbono-14 ofrece pistas acerca de la antigüedad de la madera, pero no del texto inciso en ella.
Se sostiene que las tablillas son de antes de la llegada de los españoles y sugieren un desarrollo autóctono. Otros afirman que las similitudes del estilo se parecen con sistemas del valle del Indo, pero faltan elementos para sostener la hipótesis.
La lectura de estas tablillas sería una fuente decisiva para entender a los rapanui, además de los moáis, que son ricos en misterios y enigmas.