Guatemala

“Extorsión” una palabra no muy conocida en las sociedades de otros países, pero en Guatemala es una de las palabras más temida por sus habitantes, siendo este delito uno de los más aterradores y comunes de ese país.

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Aterrador y común debe ser una muy mala combinación. Las extorsiones son el nuevo método empleado por el Crimen Organizado (CO) para lucrar de forma ilegal. Es muy penoso y vergonzoso (puesto que soy guatemalteco/a) que en esta organización criminal participen todo tipo de personas. Uno tiene la idea errónea que son sólo mareros y delicuentes, personas llenas de tatuajes, con ropas holgadas y cabeza rapada, con “mal aspecto”; sin embargo, eso era hace años cuando estos grupos iniciaron. De hecho, los mareros hoy en día son sólo los obreros del CO, los peones del tablero, la mano de obra. Las extorsiones no se dan por los mareros, se dan por una red que involucra a las fuerzas policiales, fiscales y jueces del Ministerio Público (MP), el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (conocido como CACIF o Sector Empresarial), Partidos Políticos, empleados públicos del Organismo Ejecutivo y propios Diputados del Congreso. Como ven, al final los mareros son los menos relevantes, sólo sirven para hacer “el trabajo sucio”.

El delito de extorsión está tipificado en el artículo 261 del Código Penal Guatemalteco, de la siguiente forma: “Quien, para procurar un lucro injusto, para defraudarlo o exigirle cantidad de dinero alguna con violencia o bajo amenaza directa o encubierta, o por tercera persona y mediante cualquier medio de comunicación obligue a otro a entregar dinero o bienes; igualmente cuando con violencia lo obligare a firmar, suscribir, otorgar, destruir o entregar algún documento, a contraer una obligación o a condonarla o a renunciar a algún derecho, será sancionado con prisión de 6 a 12 años inconmutables”.
Antes del 2009 no existía tan explícita tipificación del delito, puesto que la ley era ambigua en la explicación del mismo, lo cual impedía que fuese juzgado. En otras palabras, hace tan sólo 4 años se inició a “regular” este tipo de delito que ha existido por décadas. No se dejen confundir, las extorsiones no es sólo que alguien con arma de fuego se acerque a su negocio a cobrarle dinero para que no lo maten, representan un robo descarado que mueve millones de quetzales anualmente. La misma gente que está “dentro del negocio” sucio de las extorsiones admite que más del 10% de todo el dinero que posee el país entero se maneja de esta forma. Es una magnífica obra de engaño que, al menos hasta hoy, ha funcionado a la perfección. Intentaremos explicar cómo funciona.

Paso 1: Soñar con un negocio propio

Pareciera que uno es el culpable por querer sobresalir con trabajo justo y honrado. Tener un negocio en Guatemala es más peligroso que productivo, ya que automáticamente (si el negocio prospera) se cae en la mira de los extorsionadores.

Paso 2: Búsqueda de Víctimas

Dentro de las cárceles guatemaltecas existe lo que se ha llamado “La Talacha de la Cárcel”. Esta consiste en que a los nuevos prisioneros, que llegan día a día, se les exige que proporcionen 5 nombres, 5 números telefónico y/o 5 direcciones de personas que conozcan para que sean extorsionadas. Si los reclutas no cumplen con esta demanda son asesinados el mismo día de su ingreso. Fuente: Fiscal del MP.

Paso 3: Comunicaciones y Amenazas

Ya con la “base de datos” de las víctimas, los altos mandos de la cárcel inician comunicaciones, vía celular, mensajes de texto, e incluso por medio de papel y lápiz para decidir cómo serán repartidos los sectores a extorsionar. Ya con la decisión tomada, envían a sus peones (mareros) a que “visiten” las casas o negocios de cada sector, a la vez que las amenazas se hacen llegar vía telefónica. Otro método utilizado por los jefes de la prisión es hacer llegar sus instrucciones a través de los policías y guardias del sistema penitenciario a cambio de una pequeña paga en efectivo.

 Paso 4: ¿Pago el Impuesto, Cierro mi Negocio o Arriesgo mi Vida?

Ya instaurada la amenaza real a los dueños de negocios o las personas que viven en la casa extorsionada, sólo quedan estas tres opciones. Algunos deciden pagarle a los mareros que llegan mensualmente a “cobrar el impuesto” (dicho impuesto oscila entre Q 5,000.00 a Q40,000.00 dependiendo de los ingresos de la víctima), otros que no tienen la posibilidad de juntar el dinero prefieren clausurar su negocio y mudarse a otro sector (con la idea ingenua de que en la nueva ubicación no serán objetos de extorsión), y algunos pocos optan por no pagar ni cerrar su negocio y le hacen frente a esta situación. Lamentablemente, en este último grupo, casi todos son víctimas de secuestros, destrucción de sus negocios o viviendas y en último: asesinato.

Paso 5: ¿Por qué denunciarlo no es opción?

La mayoría de personas deciden no denunciar a la policia o al MP lo que les está sucediendo. Aún así, las extorsiones son el segundo delito más cometido en Guatemala. La razón radica en que las propias fuerzas policiales están involucradas con el crimen organizado. Policias corruptos y necesitados de dinero que deciden traicionar su ética y moral por ganar unos billetes extra. Ellos son los primeros en informar qué víctimas han pagado, quienes no lo han hecho y quiénes lo han denunciado. Toda esta información es retroalimentada a los jefes de las cárceles.

Paso 6: ¿Y los fiscales, los jueces, y LA JUSTICIA?

Hay registros de denuncias que prosperan y conllevan capturas de los mareros extorsionadores. Esto no es en nada alentador, ya que la estadística del propio MP indica que SOLAMENTE el 0.16% de los casos de extorsión fueron “resueltos” en el 2012. Cero punto dieciséis por ciento! Es lo mismo que decir que se “resuelve” 1 de cada 1,000 denuncias. Conforme se investigan un poco más a fondo los casos de muertes por extorsiones comienzan a relucir nombre de autoridades de la policía, Jefes de Comisarías, Fiscales del MP que son los encargados de las propias investigaciones, jueces de la corte, diputados corruptos, empresarios y demás empleados públicos. (No colocaremos nombre por ahora, ya que el tema en realidad es muy delicado de tratar).
Resulta poco creíble, parece un muy buen guión para una película de acción y suspenso, pero es la vida en Guatemala. Si se preguntan quién está detrás de todo, el gran jefe, se toparán con organizaciones empresariales y de narcotráfico. ¿Por qué lo hacen? Bueno, a simple vista hay dos razones: Por el dinero, obviamente, que ingresa gracias a las extorsiones, no son cientos, ni miles, son MILLONES de quetzales los que se manejan. Y la otra razón, no tan obvia, es la importancia de mantener a una “sociedad controlada”, controlada por el miedo, por la pobreza y la necesidad, por la ignorancia y la enfermedad. Una sociedad tan demacrada que ni siquiera sea capaz de ver que existe un problema en primer lugar; de esta forma es mucho más fácil y sencillo cometer los delitos que se desee sin padecer consecuencia alguna.

Estos empresarios-narcotraficantes son los autores intelectuales de este embrollo, ellos gobiernan el país. El presidente, los organismos del estado, los partidos políticos, las elecciones, son como las distracciones que utilizan los magos para que el engaño no se eche de ver. No parece tener solución a corto o mediano plazo.

El delito de extorsión no es solamente en si la afección al patrimonio de la persona, sino conlleva el elemento psicológico y traumático en donde existe una invasión a la privacidad de la misma, pues llaman directamente a su lugar de habitación, lo que psicológicamente hace que el delincuente entre a la casa de la víctima. No sólo se le quita la vida a un inocente, sino que niega al país y a cualquier persona trabajadora que produce, la aspiración, el derecho de prosperar y de crecer económicamente. Nos están hundiendo como a cualquier objeto que se tira al pantano, lentamente hasta lo profundo.