Sí, el alma existe, y no en términos metafísicos, sino concreta y científicamente. Está situada en el mar de neurotransmisores y los recovecos de las estructuras cerebrales. Esos 21 gramos que se desvanecen cuando morimos y que mantienen nuestra conciencia activa; ese espíritu apenas perceptible que, según los creyentes, va al cielo o al limbo. Esa quimera, ese suspiro, todo eso ya tiene explicación científica.
Los primeros esbozos de lo que ahora sabemos, fueron resultado de años de investigación de un hombre irrepetible en la historia de la ciencia. Francis Crick, el mismo físico metido a biólogo que ganó el Premio Nobel en 1962 por describir, junto con James Watson, la estructura tridimensional de doble hélice del ADN.
Dedicó más de 50 años a buscar lo que podemos entender como alma y que algunos llaman conciencia. En un laboratorio construido especialmente para él frente al mar, el Salk Institute, Crick se dedicó a la búsqueda científica de la conciencia, quizá lo más familiar y cotidiano pero al mismo tiempo, lo más fascinante y misterioso. Nada hay que conozcamos más directamente que nuestra propia conciencia, pero también no hay nada más difícil de explicar.
El primer paso consistió en la afirmación de Crick de dejar de considerar a la conciencia como algo indefinible, y lo que es peor, inasible para estudiar. El cerebro, en opinión de Crick, se consideraba algo así como una caja negra, es decir, un objeto cuya estructura interna es desconocida y hasta irrelevante. Sólo estudiando las neuronas y las distintas interacciones, así como los neurotransmisores que circulan entre ellas, podrían los científicos construir modelos análogos a los que explican la herencia en términos de ADN.
Según una nueva teoría en la que científicos cuánticos aseguran poder probar su existencia dentro de las células de nuestro cerebro. El científico cuántico norteamericano Dr. Stuart Hameroff y el británico Sir Roger Penrose, han diseñado una teoría que explicaría la consciencia humana y la existencia del espíritu o también conocido como el Alma.
Esta nueva teoría se basa en la idea del superordenador biológico en el que 100.000 millones de neuronas con sus conexiones sinápticas, junto con los tiroteos de axones, actuarían como grandes redes de información conectadas y decodificación de información encriptada. Para ser más claro un superordenador supersofisticado y biológico el cual almacenaría la información en las células denominadas microtúbulos.
Según El Dr. Hameroff el cual es profesor de Psicología, de Anestesiología y es director del Centro de Estudios de la Consciencia en la Universidad de Arizona, junto a Sir Roger, explican que lo que entendemos como consciencia son los efectos que se producen dentro de estas células denominadas microtúbulos. Este proceso es denominado por los dos expertos como la Orquesta de Reducción Objetiva.
En lo que se conoce como una experiencia cercana a la muerte, la información almacenada en los microtúbulos pierde su estado cuántico, pero la información no se pierde. Para explicarlo con más claridad, el Alma no muere y toda la consciencia o información almacenada vuelve al Universo. La nueva teoría sobre la existencia del Alma es argumentada por el Dr. Hameloff con todo lujo de detalles en el documental “Through the Wormhole”, que fue retransmitido en Estados Unidos por un canal de ciencias.
Una explicación simple del Dr. Hameloff hace referencia para que el lector se imagine a una persona que acaba de morir, su corazón dejo de latir y la sangre deja de fluir por el corriente sanguíneo, las información de los microtúbulos pierde su estado cuántico y se aleja hacia el universo. En el caso de resucitar toda esa información vuelve a los microtúbulos, entonces esta persona podría decir que tuvo una experiencia cercana a la muerte.
Además el Dr. Hameloff también añadió que en el caso de fallecimiento de la persona, la información cuántica que se fue de los microtúbulos hacia el universo podría existir por tiempo indefinido. Lo que se podría denominar de forma sencilla como que el alma no muere y existe para siempre.