Muchas mamás se preguntan ¿qué hacer? cuando sus bebés se enferman de diarrea. Y no es para menos, ya que en niños menores de 2 años, El Síndrome Diarreico Agudo (SDA) es una de las principales causas de muerte infantil a nivel mundial, sobre todo en los países en vías de desarrollo.
El SDA se define, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cómo “3 o más deposiciones líquidas o semilíquidas de heces en menos de 12 horas, o bien, una sola deposición de heces líquidas o semilíquidas que se acompañan de pus y/o sangre (llamado también disentería) en menos de 24 horas”.
Es una de las principales causas de ingresos hospitalarios en niños menores de 5 años y una de las primeras causas de mortalidad infantil en niños menores de 2 años. La razón de esto es porque los niños menores de 2 años tienden a deshidratarse el doble de rápido que un niño mayor y el triple de rápido que un adulto, ya que su superficie corporal es 2 a 3 veces más amplia que la de una persona mayor. Esto significa que los bebés tienen “más piel” por donde sudar y perder líquidos que un adulto, y por ende, deshidratarse en pocas horas.
Esto es importantísimo porque durante las primeras 6 a 12 horas del inicio de la diarrea es donde se tienen las mejores oportunidades de restablecer la salud con prácticamente ninguna consecuencia. Pasado ese lapso de tiempo, los efectos de la deshidratación comienzan a manifestarse físicamente en los bebés.
Lo primero es reconocer que su bebé tiene diarrea, lo cual no es una tarea complicada, basta con revisar el pañal constantemente. En los niños menores de 6 meses de edad es normal que defequen 2-3 veces al día, aproximadamente cada 8 horas. En niños de 6 meses a 2 años, lo normal es que defequen 1-2 veces al día. Y en los niños mayores de 2 años lo normal es 1 vez al día. IMPORTANTE: recordemos que no sólo se trata de la cantidad de deposiciones, sino que también de SU CONSISTENCIA. Por ejemplo si un niño de 3 años defeca 3 veces al día, esto NO significa diarrea a menos que esas deposiciones sean líquidas o semilíquidas.
Lo primero que debe hacer la madre en caso de diarrea es CONTINUAR CON LA ALIMENTACIÓN NORMAL, ya sea Lactancia Materna (LM), leche en fórmula y/o papillas en general. Nunca se debe suspender la alimentación por miedo a que esto provoque más diarrea. Tampoco se debe dar agua pura, bebidas rehidratantes, atoles de arroz, cebada u otros, porque estos no le brindan los nutrientes que su bebé necesita. El Suero Oral sí esta recomendado por la comunidad médica en general y por la OMS para reponer los líquidos perdidos por la diarrea.
Seguidamente se deben valorar las heces. Recuerde que toda la información que le brinde a su médico es de mucha ayuda para realizar el diagnóstico correcto y temprano para así brindar un tratamiento adecuado. Cuando cambie el pañal de su bebé debe prestar atención a la cantidad de la diarrea (si se sale del pañal o no); el color que posee (si es verde o amarilla, si es blanca, si es roja o si es negra); debe también observar si existen restos alimenticios y si es espumosa o no; por último valorar el olor, si es el habitual, si es inodora o si es más fétido que lo normal. Todo esto le servirá a su médico para orientarse sobre la causa de la diarrea.
Lo tercero es observar si su bebé está bien hidratado, con deshidratación leve, moderada o severa. Esta parte talvez sea la más crucial de todas, porque su apreciación es clave para detectar los signos físicos y los síntomas en su bebé.
- Niño sano bien hidratado: posee un ritmo cardíaco normal, respiración normal, su piel es suave y humectada, lengua y encías rosadas y brillantes por la saliva, las uñas están rosadas y si se presionan y luego se liberan pasan de color blanco a rosado en menos de 2 segundos (a esta última se le llama “prueba de llenado capilar”).
- Niño con deshidratación leve: ritmo cardíaco normal, respiración normal, su piel es suave y puede o no estar humectada, lengua y encías rosadas pero opacas, uñas rosadas, prueba de llenado capilar normal, presentan mucha sed.
- Niño con deshidratación moderada: ojos “hundidos”, llora pero no suelta lágrimas, ritmo cardiaco normal, respiración normal, piel seca y opaca (como la de un anciano), prueba de turgencia positiva (ver más adelante), lengua y encías pálidas y opacas, sed excesiva, prueba de llenado capilar mayor de 2 segundos.
- Niños con deshidratación severa: ritmo cardíaco rápido, respiración rápida y poco profunda, piel seca, opaca y de color azul (cianosis), prueba de turgencia positiva, pulsos débiles, bebé aletargado, se queda dormido y es difícil de despertar, ya no lloran, se mantienen en un estado “comatoso”.
Toda madre, padre y/o cuidador/a de bebés debería conocer esta clasificación ya que solamente la deshidratación leve puede ser tratada en casa, toda deshidratación moderada o severa debe ser atendida por personal médico o de enfermería y requiere hospitalización. IMPORTANTE: un niño con deshidratación severa puede fallecer en menos de 4 horas.
Prueba de Turgencia de la Piel: consiste en pellizcar la piel del bebé y tirar un poco de ella, luego se suelta y se cuenta cuántos segundos tarda en retornar a su posición. Lo normal es que sea en menos de 3 segundos. Si dura más tiempo indica deshidratación moderada.
Prueba de Llenado Capilar: como se mencionó arriba, con su pulgar e índice tome el índice del bebe y presione la uña por 3 segundos o hasta que la uña se torne de color blanco. Inmediatamente libere la presión y observe la uña del bebé, la coloración blanca debe cambiar a roja a medida que se llenen de sangre los capilares (de ahí el nombre). Lo normal es que este proceso no debe tardar más de 2 segundos.
NO OLVIDE QUE LA VIDA DE SU BEBÉ ES LO MÁS IMPORTANTE y ante cualquier situación anormal que observe SIEMPRE CONSULTE CON SU PEDIATRA DE CONFIANZA.