Los viajes en el tiempo son posibles si el espacio puede ser deformado.
No necesariamente se tratan de viajes “largos”, como ir al antiguo Egipto o visitar a la civilización Sumeria. Si es posible hacerlo pero resulta más complicado.
Ya Albert Einstein nos dejó las bases de muchas teorías científicas de ahora acerca de los viajes en el tiempo, también científicos como Galileo y Poincaré ayudaron en esta tarea. Las teorías de la relatividad cambiaron nuestro entendimiento del tiempo y el espacio, por ellas se cree que viajar en el tiempo es posible.
Una opción es la de un agujero gusano, conocido como el “Puente Einstein-Rosen“, ya que Einstein y Nathan Rosen sugirieron la existencia de los agujeros gusano en 1935, algo que no ha sido descubierto aún pero que muchos científicos han contribuido con ideas sobre cómo podría llegar a funcionar, los más conocidos colaborando para ello son el conocido Stephen Hawking y Kip Thorne, éste último colaboró con Christopher Nolan en la producción de la película Interstellar.
Thorne dijo a finales de los ochentas que un agujero de gusano podría convertirse en una máquina del tiempo y que podría actuar, según Einstein, como un puente a través del espacio-tiempo conectando dos puntos distantes con un atajo.
La teoría del agujero de gusano
Dice que ciertos tipos de agujeros de gusano permiten viajar en el tiempo en ambas direcciones, estos es posible si se pudiera acelerar una de sus bocas a la velocidad de la luz y después revertir el proceso para volver a colocarlo en la posición original. Mientras tanto la otra boca quedaría estática y como resultado la boca que se mueve envejecería más lento que la boca estática debido al efecto “Dilatación del tiempo“, todo sucedería en un segundo.
En el uso de ese método hay limitaciones que nos evitarían viajar al pasado a tiempos muy remotos. Necesitamos crear agujeros de gusano, luego eso nos permitiría viajar en el punto en que fue creado. También necesitaríamos una manera de mover una de las bocas a casi la velocidad de la luz. Thorne, en su estudio de 1988, asumió junto a sus colegas que “los seres avanzados producirían este movimiento tirando de la boca derecha gravitatoriamente o por vía electrónica”.
Casi es posible
Un experimento comprobó que la dilatación del tiempo (una de las teorías imaginarias de Einstein) es un efecto real.
Básicamente es la idea de que el tiempo pasa más despacio en un reloj que se mueve que en uno estático (que se mueva quiere decir que se traslade de un lugar a otro, no si funciona o no). Fuerza y gravedad afectan la diferencia en el tiempo transcurrido. A más gravedad, más velocidad, más diferencia en el tiempo. Los agujeros negros producirían una cantidad masiva de dilatación del tiempo dada su fuerza de gravitación extrema.
La prueba es que el sonido de los relojes en la Estación Espacial Internacional, suenan más lento que los que están en la Tierra. La Estación se mueve más rápido y no está siendo afectada por la gravedad, el tiempo se mueve más rápido. Por eso los relojes en la Tierra no son precisos, porque sufren del efecto de dilatación del tiempo, se mueve más despacio mientras más cerca esté de la Tierra.
Esto provocó que los científicos se dieran cuenta al construir los relojes atómicos que debían reajustarlos. Los satélites se están moviendo más rápido, a 14.484 km/hr en órbita, pierden 8 microsegundos al día para ser exactos, parece imperceptible pero es suficiente para que un sistema de GPS se equivoque con una ubicación, debido a ello, los relojes de la tecnología GPS hacen ajustes para compensar los efectos de la dilatación del tiempo.
Multipliquemos al extremo esa dilatación de 8 microsegundos con una nave extremadamente rápida ¿viaje en el tiempo no?
Viajar al pasado es un poco más complicado, sigue siendo una teoría de Einstein, pero ya vimos que poco a poco esas teorías van tomando forma. Lo que si es seguro que en el futuro sabremos si es posible o no, y para ello la mejor forma de saberlo es encontrar a un viajero del pasado que camine entre nosotros.
Y no… no se ha encontrado ninguno.