¿Qué sería de la vida sin Nikola Tesla? Todos los personajes de la tecnología que han hecho fortunas vendiendo productos eléctricos, deberían rendir tributo a este genio de la electricidad.
Hoy día nos seguimos beneficiando de sus descubrimientos y creaciones, en todo el mundo usamos día a día los productos lumínicos y aparatos electrodomésticos que requieren electricidad.
Pero ¡Oh bendito Edison! ha ensombrecido la historia de Tesla a lo largo de los años, incluso cuando sus ideas eran peores que las de Nikola, quien creó su laboratorio propio para intentar cumplir su más preciado sueño: transmitir energía sin necesidad de cables.
Y a pesar de que son muchos los inventos que se le atribuyen a Nikola Tesla, el “rayo de la muerte” es uno de los más conocidos.
Lo empezó a desarrollar durante la Primera Guerra Mundial, el rayo podía emitir en el aire una onda eléctrica que podría llegar a destruir los explosivos del enemigo que estuvieran a gran distancia.
Se pensó en los inicios de este proyecto, que el invento podría ser usado en el campo de batalla, lo cual sirvió para atemorizar a tropas enemigas. Nikola Tesla defendía además el valor científico de la obra, que servía para mantener la paz mundial según él, basándose en la potencia armamentística que posteriormente cobraría importancia en la Guerra Fría.
El “rayo de la muerte” jamás se llegó a utilizar, la mayoría de lo que se sabía sobre el invento se encontraba en el cerebro de Nikola Tesla, secreto que se fue a la tumba junto a su autor en 1943.
A continuación la mítica imagen de su laboratorio donde se le ve sentado con paciencia tomando notas alrededor de aquellas máquinas destellando rayos alrededor de su recinto favorito.