Thorne Lay, profesor de Ciencias Terrestres y Planetarias de la Universidad de California, en un estudio semanal llamado “La oleada de los grandes terremotos“, explica que estos han aumentado en frecuencia en el siglo XXI, para suerte de la vida, la naturaleza, a través de los animales, tiene a los mejores detectores de terremotos.
Entre 1900 y 2014 se registraron 89 sismos sobre los 8Mw, la escala que compara la energía que liberan los sismos y tsunamis. 18 megaterremotos ocurieron en los últimos 10 años, según el anterior estudio mencionado.
El profesor Lay, reconoció que pese a los avances tecnológicos, no es posible aún contar con un invento que pueda predecir los terremotos.
Para ello están las máquinas de la naturaleza que no tienen sustituto.
Si tienen perros o mascotas domésticas, habrán notado que su comportamiento frente a un evento sísmico es diferente. Desesperación y ladridos repetidos, se presentan minutos antes de que se produzca un temblor, patrón que se repite en otras especies de animales.
El estudio reveló que los animales pueden predecir terremotos
En la universidad británica Anglia Ruskin, se confirmó en un estudio que los animales son capaces de predecir los terremotos, debido a su sensibilidad con detectar electricidad en el ambiente.
Estos eventos fueron comprobados en el parque nacional de Yanachaga-Chemillén en Perú. Fueron montadas cámaras que revelaron cómo diferentes animales, en los que destacan los roedores, abandonaron la zona 23 días antes de un terremoto de magnitud 7 en la escala de Richter que ocurrió en el 2011.
Cinco días antes, ningún animal fue registrado por las cámaras colocadas en el parque nacional.
Este estudio fue publicado en la revista Physics And Chemistry Of The Earth por la directora Rachel Grant, encargada de la investigación.
Explicación
La más sencilla explicación al fenómeno que los científicos pueden dar, es que la actividad sísmica produce estrés en la corteza terrestre, lo cual genera que el ambiente se ionice. Y ¿qué es la ionización? es un fenómeno que produce una carga eléctrica debido a la falta de electrones, despertando así, el instinto animal a la electricidad.