El secuestro, uno de los delitos más replicados en todos los lugares del mundo, que se practica ya sea por dinero, política o crímenes que se producen a través de la fuerza, poder e influencia hacia sus víctimas.
El doctor Dave Davis, de una clínica psiquiátrica de Atlanta, dice que la personalidad de los secuestradores está asociada a la falta de empatía, incapacidad de ponerse en el lugar del otro. Regularmente son delincuentes que han sufrido algún tipo de abuso en algún momento de sus vidas y buscan con este comportamiento recuperar el control que perdieron.
Otro de los motivos que puede tener un secuestrador, es el placer de engañar. Estas personas suelen aparentar llevar una vida normal, son agradables con su entorno, pero ese peligroso disfraz les permite salirse con la suya sin recibir algún tipo de sospechas.
Los secuestradores buscan que sus víctimas se muestren débiles y amenazados, como el caso de Thomas Hargrove, un científico americano que fue secuestrado por las FARC y su esposa debía entregar seis millones de dólares para que no lo mataran. Entonces hicieron grabarlo un vídeo con un mensaje conmovedor para su familia, haciéndolo sentir humillado, actitud que buscan en las víctimas los secuestradores.
Los captores siempre disfrutan de la influencia física y psicológica que puedan ejercer a sus víctimas, lo principal es darles la sensación de dominio sobre el entorno.
Ariel Castro, es uno de los secuestradores más escalofriantes. Tuvo cautivas a tres mujeres durante 10 años. Las retuvo con cadenas y candados, les enseñó los peligros del escape a través de distintas técnicas de dominio psicológico.
El síndrome de Estocolmo
Uno de los trucos usados por los secuestradores es el síndrome de Estocolmo, donde los criminales lavan el cerebro de sus capturados y les hacen creer que simpatizan con los criminales.
Esto sucedió en un asalto bancario de 1973 donde los rehenes terminaron defendiendo a sus captores.
Ese vínculo se debe a un mecanismo de defensa y supervivencia, porque aceptar la situación limita las represalias.